Mi profesor, amigo y mentor Javier Beristain Iturbide murió el pasado domingo 21 de junio. Beristain fue rector del Instituto Tecnológico Autónomo de México de octubre de 1972 a mayo de 1991 y yo cursé la licenciatura de economía en el ITAM de 1983 a 1989, con un breve paréntesis en el 84-85, cuando me la pasé muy a gusto en Francia, atendiendo otros menesteres. En el grupo de Facebook “Javier Beristain Iturbide In Memoriam” se puede leer lo siguiente:
Licenciado en Economía por el ITAM, profesor Emérito y Doctor Honoris Causa por la Institución a la cual le dedicó su vida, impartiendo clases de Introducción a la Economía, Microeconomía, Macroeconomía, Historia del Análisis Económico y Teoría y Política de la Distribución del Ingreso. Dirigió Seminarios sobre la Economía de México y Economía Urbana, además de dictar conferencias sobre temas de Economía, Educación y Finanzas Públicas en el ITAM y otras instituciones de educación superior, administración pública y organismos no gubernamentales de México y del extranjero. En efecto, Beristain amaba y dedicó su vida la docencia con una pasión que pocas veces he visto en la gente. Mi vida en el ITAM definitivamente fue bastantito llevadera gracias al rector. Recuerdo que durante mi primer semestre llevé Economía I con él y yo, fiel a los modos de mi educación en colegio jesuita, pues le hablaba de tú aunque nunca por su nombre de pila, sino por su apellido paterno. Alguna vez se me acercaron los representantes del Guante Blanco y la Pompa Circundante en el ITAM (estudiantes de Contaduría, si no mal recuerdo) y me dijeron que cómo era posible que al rector yo le hablase de tú, que eso era una falta de respeto y que de seguro eso le molestaba al señor. Acto seguido, fui con el rector a preguntarle si le molestaba que le hablase de tú… Beristain nada mas se rió y me dijo que si le molestase, ya me lo habría dicho.
Enumerar todas las anécdotas que recuerdo del rector durante mi paso por el ITAM sería prácticamente imposible en este espacio. Pero recuerdo tres en especial. La primera es muy vaga, pero se me ha quedado grabada en mi mente y espíritu de manera contundente: platicar con Beristain siempre era un placer, mas que nada porque siempre transmitía ideas y uno siempre aprendía algo, además de que me quedé con la impresión de que los provincianos le caíamos bien. Una vez me lo hallé caminando por los pasillos del ITAM, y con el típico saludo de “¡Quihúbole!” que lo caracterizaba me invitó a que lo acompañara. Los primeros estudiantes ecologistas itamitas estaban haciendo sus pininos protestando contra Laguna Verde con cartelones y desplegados pegados en las paredes. Hicimos un recorrido por donde estaban los desplegados y fue comentando cartulina tras cartulina. Al final de cuentas voltea y me dice: “¿Sabes qué? Estos cuates tienen razón, pero no saben cómo hacer las cosas”.
También recuerdo que tenía una paciencia de santo con los estudiantes. Por ahí hubo una sociedad secreta estudiantil llamada el FACHITAM. Alguno de sus miembros perdió la razón y se le ocurrió poner letreros firmados por el grupo, donde se le exigía a las autoridades itamitas que regresasen los botes de basura y las macetas de plantas que días atrás el rector había ordenado retirar de los pasillos del ITAM. El problema de esta acción, otrora inocente, es que días antes el ITAM había recibido amenazas de una bomba y por eso se había ordenado que los pasillos quedasen completamente limpios. El rector convocó a junta de todos los habidos y por haber que pudiesen dar información sobre este grupo subversivo. Cuentan los que saben que la consigna era correr a los miembros del FACHITAM
ipso facto. Al final supongo que se aclaró la confusión (de que el FACHITAM no tenía nada que ver con ninguna amenaza de bomba) y no se corrió a nadie. Años después, en alguna junta de los contemporáneos de esa generación, salió a flote que era prácticamente imposible que corrieran a la cabeza de la organización, ya que, en una sesión ultra secreta, algunas semanas antes del incidente, se había nombrado líder máximo del FACHITAM a Beristain, “por si las dudas” (?). De esto, hasta donde yo sé, Beristain jamás se enteró y la mera verdad, que bueno.
La tercera y última anécdota es de carácter personal. Alguna vez los estudiantes habían organizado un evento sobre cómo combatir el desperdicio y la corrupción gubernamental. Como también era su costumbre, el rector se presentaba sin avisar a algunos de los eventos organizados por los estudiantes y en esta ocasión llegó, se sentó y escuchó las ponencias. Al final pide la palabra y revienta contra la mayoría de los ponentes y los organizadores del evento: que cómo era posible que el evento fuese tan pobre en sus propuestas y en su asistencia, estando las cosas como estaban, etc. Pocas veces había visto al rector tan enojado… Yo también me enojé al considerar injusta la crítica del rector y me acuerdo que, sin pensarlo dos veces, di el brinco de mi asiento e inicié mis observaciones a sus críticas gritándole “¡Oye tú Beristain!” Y me acuerdo que le mencioné que la institución también compartía responsabilidad al respecto, le comenté que si así estaban los de adentro (los interesados, los asistentes al evento), que entonces ¡cómo estaban los de afuera! (prácticamente todo el estudiantado del ITAM); etc. Paciencia de santo la del buen Beristain, sin duda alguna.
Y así me podría seguir con las anécdotas: de cuando se lanza públicamente en contra de los que organizaban cocteles para gente bonita en el ITAM (“en el ITAM no hay gente bonita”); de cuando fui director de la Revista Opción (jamás me dijo qué o qué no publicar, ni se metió en nuestros asuntos); de cuando me dijo públicamente en un evento estudiantil que yo era como un bateador con promedio de 0.33 (le encantaba el beisbol); o cuando, cada vez que podía, nos invitaba sin chistar a ser estudiantes de tiempo completo, etc. Su mejor herencia durante esos años maravillosos en el ITAM fue haberme mostrado el uso del sentido común como una herramienta profesional elegante, dinámica y eficiente.
A continuación transcribo la reseña de la ceremonia en la que el ITAM le otorgó el Doctorado Honoris Causa el 18 de mayo pasado. El autor de la reseña es el mismísimo Beristain, tal cual, con su estilo joven, cándido y tan lleno de camaradería. En mi website se puede hallar
el discurso completo de Beristain ante tan especial ocasión.
Mi querido Beristain, recibe un fuerte abrazo, donde quiera que estés.
Ceremonia de Recepción del Grado de Doctor Honoris Causa del ITAM, Mayo 18 de 2009.
Querida familia:
Todavía no me bajo de la nube. La noche del lunes 18 fue invaluable e inolvidable. Recibí incontables muestras de afecto, elogios, felicitaciones y ovaciones. Me cargué de ánimo y energía, tan necesarios en esta etapa de mi vida. Estoy emocionado, orgulloso y sumamente feliz. La comunidad ITAM me entregó su amor y mucho lo agradezco.
Fue una ceremonia brillante, con toda la pompa y circunstancia de los grandes festejos académicos. Al mismo tiempo fue calurosa y emocionante. Comenzó con la procesión de los Doctorandos: Pedro Aspe, Francisco Gil y yo, más la plana mayor del ITAM encabezada por Alberto Bailleres y Arturo Fernández y los invitados especiales, en este caso dos distinguidos exalumnos: Alonso Lujambio y Agustín Carstens, Secretarios de Educación y de Hacienda. Entramos al recinto al compás de música clásica muy adecuada a la ocasión.
El Rector Fernández hizo la presentación general de la ceremonia y enseguida la de Pedro Aspe como recipiente del DHC (riguroso orden alfabético); mencionó los méritos académicos y profesionales de PA y después Alberto Bailleres lo invistió como Doctor. PA ocupó el podio para dar su mensaje, lleno de remembranzas del ITAM y de recuerdos de mi gestión como Rector. Habló de la educación universitaria y de cómo el ITAM había llegado a ser lo que es en gran medida por mi gestión.
Enseguida fue mi turno. De nuevo AF hizo la presentación de mis méritos que en resumen son: “invaluable contribución a la transformación del ITAM, durante 19 años como Rector; incondicional compromiso con la Institución y con su comunidad académica; ejemplar dedicación a la docencia; incansable promoción del estudio y del debate de los problemas del desarrollo del país, y destacada labor en los ámbitos público y financiero”. Recibí de Alberto Bailleres el grado, con medalla y diploma, y fui ovacionado de pié durante varios minutos. WOW.
Leí mi mensaje (adjunto). Además de hacer una rápida descripción de mi relación con el ITAM desde 1962 a la fecha, presenté una propuesta para la creación de un Centro de Innovaciones en Políticas Educativas. Expliqué que la mala educación de los mexicanos era un nudo gordiano donde se enredan todos los grandes problemas nacionales y que el ITAM podía hacer algo al respecto a través de la investigación y la incubación de proyectos innovadores en materia educativa. Al terminar fui muy aplaudido, ¡otra vez!
Para finalizar esta parte del programa el Rector presentó a Paco Gil, Alberto Bailleres le confirió el grado y Paco hizo uso de la palabra para hablar de por qué América Latina en General y México en particular han tenido tan pobres desempeños económicos en las últimas décadas: ¿Su explicación? Reformas incompletas e insuficientes.
La ceremonia continuó con los mensajes de Agustín Carstens y Alonso Lujambio. El primero destacó las cualidades académicas, como economistas y como servidores públicos de los tres nuevos doctores. Con tacto no hizo distinciones. En cambio Alonso Lujambio dedicó su mensaje a hablar de su amigo Beristain, del maestro Beristain, del Rector Beristain y hasta del niño Beristain. Lo hizo con un afecto y una generosidad sin límites. Imaginen como me sentía al oír al Secretario de Educación hablar de mí de esa manera. Nuevos aplausos a mi persona durante el mensaje de AL.
Para terminar, Alberto Bailleres volvió a hablar de los tres doctores, con gran elocuencia y afecto hacia PA, FG y hacia mí. Desde luego se refirió con gran orgullos a nuestra Alma Mater, a nuestro ITAM fundado por su padre y del que él es ahora Presidente de la Junta de Gobierno y patrono principal.
Salimos en procesión tan solemne como al inicio. En seguida un brindis que se prolongó varias horas. Quedé de pié en el centro del lugar, con trabajos pude sorber agua y no probé un bocadillo dado que se formó una fila interminable para felicitarme.
Agotado pero feliz, rodeado por María Elena, Paco y varios de ustedes terminó mi noche inolvidable. Estoy agradecido con Dios, con el ITAM y con la vida.