Ahora que estoy en el Distrito Federal he tenido la oportunidad de conversar con personas y personajes muy interesantes. Gente que no veía desde hace 15, 20 o más años. Por ejemplo, el sábado pasado tuve a bien ir a la parte vieja de la librería Ghandi a comerme unas deliciosas flautas de pollo. Y ahí me encuentro, como es costumbre, al buen Genaro. Él es mesero del Café Ghandi desde 1982, un año antes de que yo llegase al D.F. a estudiar economía en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).
Sobra decir que el buen Genaro es todo un personaje: “No fui luchador porque mi mamá no me dejó”, afirma sin empacho, no obstante puede platicar innumerables anécdotas de sus tiempos de saca borrachos en bares finos allá por el bello y nunca lejano Morelos. Sus conversaciones son siempre vivas y cuando hace referencia a otras personas lo hace mencionando nombre y apellidos. Genaro ha sido testigo del florecimiento y decadencia del México neo intelectual del triángulo de las librerías del metro Miguel Ángel de Quevedo. Con Genaro, ciertamente uno puede repasar minuciosamente la clientela que llenaba la cafetería por las tardes y noches entre semana o el sábado: el grupo Durango, los enjundiosos jugadores de ajedrez, los hijos rebeldes de políticos del sistema que acabaron siendo fieles peones del sistema, los fresas del ITAM que trataban de buena fe e ingenuamente sacar una revista estudiantil de corte político, los verdaderos intelectuales de café, los retro revisionistas marxistas que tenían mucho cuidado de no ser confundidos con los Troskisto-Kahlistas, etc.
También se pueden repasar con Genaro chistes de todo tipo, época y tono; él hace referencia simpática al chilango como género poblacional (ni él ni yo somos chilangos, no obstante yo me considero un orgulloso hijo de padres chilangos), además de impartir una cátedra sobre toda una gama de “bromas” que pueden hacer los meseros a sus clientes, la mayor parte inofensivas. La plática con Genaro me trae a la mente otras pláticas que he tenido con meseros, meseras y parroquianos en el DF. De una u otra manera, surgen en las conversaciones matices de lucha de clases y ciertamente de política de todo tipo, ya sea a favor o en contra del Peje o exponiendo diferentes niveles de animadversión contra Calderón o de cómo el problema del narco, después de todo, no es tan grave. (!)
El otro día fui a cenar al Café Trevi, al lado de la Alameda, y junto a mi mesa hubo una sesión de trabajo de algunos dirigentes de la CNTE: fue un viaje de 45 minutos a las asambleas sindicales de hace 40 años, con vocabulario de la Guerra Fría y toda la cosa (no obstante es muy respetable la lucha de la CNTE, que mi opinión al respecto quede clara). En Monterrey, que es la ciudad donde actualmente radico, la política fuera de lo estatal y lo local queda fuera de la conversación y definitivamente es muy, pero muy difícil hallar gente del pueblo que tenga opinión sobre la explotación del patrón sobre el asalariado. No obstante, abunda la conversación sexista y machista que tiende a hacer menos a la mujer, algunas veces profesada por las propias mujeres. En mi experiencia, eso uno no lo halla con tanta facilidad en el D.F., gracias a dios.
Entrando a otro tipo de conversación, también he tenido la inapreciable oportunidad de platicar con lo que yo llamo la intelligentzia del ITAM. Un muy selecto grupo de ex profesores en mi alma mater que de vez en cuando paso a saludar y platicamos de todo y de nada. Los temas incluyen, por ejemplo, discusiones sobre la responsabilidad social del ITAM ante el desastre de país que actualmente tenemos (en efecto, lo que yo identifico como intelligentzia tiene una conciencia muy sólida sobre el desastre que actualmente estamos viviendo como país, lo cual no quiere decir que se sientan responsables de nada); sobre los requisitos tan rigurosos que unos ungidos tienen que pasar para formar parte de la elite que en teoría controla el flamantemente nuevo Centro de Inteligencia de la Policía Federal y sobre la institución extranjera que está a cargo de constituir y formar a dicha elite en dicho centro; sobre la necesidad de que el ITAM produzca políticos de la categoría de Salinas: que sepan exactamente lo que quieren y que no les tiemble la mano a la hora de sacar adelante al país, actuando, en la medida de lo posible, dentro de un marco de impecable legalidad; sobre la filosofía salinista de no dar paso sin huarache y de su máxima destrabadora de problemas en los tres niveles de gobierno: Todos tienen cola que le pisen, absolutamente todos.
Sobre la falta de conciencia social que ni por equivocación le fue inculcada al estudiante promedio del ITAM que ha egresado de la institución en los últimos 30 años; sobre toda la gama de imperfecciones que está generando en el mercado la falta de una educación elemental de la población promedio del país desde hace 25 años y sobre lo que se puede o no hacer al respecto; sobre la urgencia de echar a andar políticas educativas eficientes y sobre la gran indiferencia que la mayor parte de la clase política mexicana muestra al respecto.
Sobre la aplicación de un régimen neoliberal a medios chiles, que hace lo que ni Estados Unidos haría en sus momentos de máxima desesperación en pro del libre comercio, que sistemáticamente protege intereses particulares en detrimento de los intereses nacionales (Fobaproa, Doña Elba, evasiones fiscales a gran escala por grandes compañías, ganancias libres de impuestos con capital especulativo) y que también ha generado una cantidad brutal de subsidios para ir mal parchando una creciente pobreza en el país. Sobre la responsabilidad crucial ante la realidad de México de los 4-5 Secretarios y 14 Subsecretarios itamitas que actualmente laboran en las secretarías de estado más importantes del país.
Sobre algunas de las imperantes razones de Calderón para que decidiese sacar al ejército a las calles en cuanto llega al poder (Calderón recibe información de varias agencias extranjeras de inteligencia acerca del verdadero poder del narco: las policías del país están completamente infiltradas por los capos, tanto a nivel estatal, como a nivel local). Sobre cómo el ITAM se ha convertido en un “Ministerio sin Cartera Transexenal” que sigue formando a la elite mexicana sin un claro rumbo de política social y en cuyos pasillos de este ex convento jesuita se palomean, desde hace casi 30 años, matices y matrices de política pública que determina el curso de la vida de millones y millones de mexicanos, sin que la mayor parte de éstos se den cuenta del proceso. Sobre cómo algunos profesores del ITAM le aplicaron el cariñoso mote de “El Pitbull” a un funcionario actual de comunicación social de una de las subsecretarías de gobernación, que por razones mas que obvias. Y de cómo la "Duquesa" hace lo que se le pega la gana en los pasillos del Depto. de Ciencia Política.
Finalmente, están las conversaciones con las damas que bien tuve a conocer hace 20-25 años en la gran urbe mexica y que en la actualidad tengo el privilegio de volverlas a localizar y platicar con ellas. Aquí es donde uno entiende a la perfección eso de que "no es lo mismo los Tres Mosqueteros que veinte años después" y cómo eso se aplica a toooodos los y las mosqueteras, sin excepción. Dichas conversaciones, completamente priceless, definitivamente no encajan en un blog. Mejor escribo un libro.
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2 days ago
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