Friday, March 11, 2011

Una de dos

¿El presidente Calderón sufre o no de la enfermedad del alcoholismo?


Una de dos: Felipe es o no es alcohólico. Si no lo es, perfecto, a otra cosa mariposa y se sugiere al amable lector que se vaya de una vez a leer otro blog. También el despido de Aristegui queda fuera de discusión y la irritada reacción de ciertos diputados cada vez que les saquen una manta alusiva al tema en mero pleno de la Cámara, pues ni viene al caso, pura pérdida de tiempo, como si no tuvieran nada mejor que hacer. Si sí lo es, entonces la pregunta cambia.


Bajo el supuesto de que Calderón sea un alcohólico, la pregunta entonces sería: ¿es un asunto personal o público?


Una de dos: es asunto público o es personal. Desde el punto de vista humano, el presidente es libre de ser lo que pueda o quiera ser y su vida privada o sus enfermedades no le incumbe absolutamente a nadie. Pero el presidente es una figura pública y lo crónico de sus enfermedades puede afectar el destino de 110 millones de mexicanos en un momento dado.


Bajo el supuesto de que el asunto no es personal, sino de interés público, la siguiente pregunta sería: ¿qué tan grave es que el presidente sea un alcohólico?


Una de dos: es grave o no lo es. Y aquí vienen las complicaciones. Uno se puede imaginar las presiones que un alto funcionario de este tipo enfrenta de manera cotidiana. Un ejemplo hipotético sería el siguiente: el gobierno norteamericano le arrebata la seguridad nacional de las manos al presidente y lanza direcciones sobre lo que deben o no hacer la armada y marina mexicanas en la lucha contra el narco con el objetivo de que el norteamericano promedio ya no se drogue y de repente amanecemos todos los mexicanos con 35,000 muertos. Y los norteamericanos, quitados de la pena, siguen drogándose… La presión supongo que es enorme y el alcohol puede presentarse como una puerta falsa para sobrellevar la situación.


Bajo el supuesto de que el alcohol sea una tentadora herramienta para sobrellevar la situación, surge la pregunta: ¿el alcoholismo tiene remedio?


Una de dos: tiene o no tiene remedio. Pues con la novedad de que no tiene remedio. Una vez que se adquiere la enfermedad no hay cura. ¿Se puede tener una vida normal una vez que se adquiere? Claro que sí. Programas de doce pasos como Alcohólicos Anónimos o tratamientos especializados en clínicas de recuperación o idas con el psicólogo o el psiquiatra... de que ayudan, ayudan. El alcohólico puede convertirse en un alcohólico pasivo (que ya no bebe, pero en su conducta puede seguir siendo un alcohólico) y, si tiene suerte, puede desarrollar su recuperación a tres niveles: el físico, el espiritual y el emocional. ¿Pero entonces qué tan grave es el alcoholismo del presidente, bajo el supuesto de que sufra de esta enfermedad? Eso es asunto del enfermo desde una perspectiva estrictamente privada. Desde una perspectiva pública, se puede pensar que si la situación alcanza las dimensiones de Yeltsin en sus momentos más críticos a cargo de la Federación Rusa, pues el asunto es muy, pero muy grave. Quién sabe…


¿Qué tan grave es la situación entonces?


Una de dos, es grave o no lo es. Esto es muy relativo. Ciertamente no sería el primer presidente alcohólico, ni el primer político mexicano alcohólico (¡por el amor de dios!). Es un ser humano y el alcoholismo no distingue ni condición social, ni estatus económico, ni sexo o edad, ni posición ideológica. Ataca parejo. En una nota de El Universal (22 agosto, 2010) se afirma que hay 6 millones de alcohólicos en México; que cada año 1.7 millones de mexicanos incrementan las filas del alcoholismo (!); que el 57% de los suicidios están relacionados con bebidas embriagantes; que se pierden 160,000 horas hombre de trabajo quincenalmente y que el 36% de los delitos se relacionan con las bebidas alcohólicas. De acuerdo al Centro de Integración Juvenil (Octubre 2010), la edad promedio a la que los jóvenes mexicanos comienzan a consumir alcohol es de 14 años y se calcula que tres millones de adolescentes tienen problemas de alcoholismo. México tiene un fuerte problema de consumo de alcohol y el presidente simplemente sería un número más en el problema.


Quizá ha llegado el momento de hablar largo y tendido sobre el problema de alcoholismo para los mexicanos en su conjunto. Quizá ha llegado una invaluable oportunidad para debatir sobre la problemática y convertirnos en una mejor nación, una nación que adquiera conciencia de sus enfermedades crónicas y que empiece a debatir sobre cómo combatirlas de manera humana y eficiente. En fin...


Felipe, te deseo lo mejor, sinceramente. Recibe un fuerte abrazo.

[PUBLICADO EL 9-FEB-2011 EN La gente anda diciendo...]

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