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Sunday, August 29, 2010

La justicia ya no se compra en México

En efecto, por más dinero que se tenga, la justicia ya no se compra en México. De ahí el éxodo de mexicanos al extranjero de las clases acomodadas. Desconozco si es un éxodo masivo, pero en los estados del norte del país, la gente pudiente, si en verdad puede, se va del país.

Generalmente, los niveles de corrupción e impunidad son altos en México, pero últimamente el ejercicio cotidiano de la corrupción ha sido superado por la dinámica de guerra que se desenvuelve a pasos agigantados en nuestro país. Esta dinámica provoca que ciertas acciones de la sociedad y el gobierno se empiecen a ver como normales y lógicas ante una sucesión de acontecimientos lamentables.

Por ejemplo, en Monterrey, los bombazos, asesinatos, secuestros, balaceras, levantones y patrullajes militares y de instituciones privadas son cosa de todos los días. En Tamaulipas el asunto está todavía peor. El norte del país, desde Tijuana hasta Matamoros, se ha convertido en tierra de nadie. Antaño era una costumbre aceptada por la sociedad que la justicia se llevase a cabo con prontitud y eficacia en la medida de que se pudiese pagar por ella. Así funcionaban las cosas.

En la actualidad el dinero vale poco para hacer justicia. Los intocables (gobernadores, presidentes municipales de ciudades importantes, diputados, senadores, funcionarios públicos de elite, generales, millonarios, empresarios poderosos tanto mexicanos como extranjeros, el Jefe Diego, el cuerpo diplomático acreditado en nuestro país, etc.) ahora ya son tocables y eliminables. El dinero ya no sirve para protegerse de las dinámicas de guerra, entonces los pudientes se espantan y se van a vivir a Texas, California, Nuevo México y hasta Arizona. Cuando ellos se van, se llevan a sus familias y su dinero. Lo cual es una verdadera lástima, ya que estas personas son gente brillante y hábil para sacar adelante al país. Vil sangrado de capital humano y financiero, por plantearlo de alguna manera.

La decisión se toma relativamente rápido y de manera eficaz: la familia y el dinero se van a los Estados Unidos de manera inmediata y la cabeza de familia se da una vueltecita semanal a México a atender los negocios, con guaruras, carros blindados y toda la cosa. La otra decisión, la de regresar a México, ésa va a tomar tiempo considerarla y llevarla a cabo. La familia debe estar convencida de que las cosas han regresado a la normalidad en México y que es relativamente seguro volver a vivir en el país. Mientras se toma o no la decisión de regresar, los niños van a escuelas gringas, se empieza a apreciar un verdadero clima de estabilidad y seguridad en una sociedad un poco ajena, aunque no mucho, a decir verdad. Empiezan a surgir la oportunidad de hacer business en los Estados Unidos y paulatinamente la familia y el capital echan raíz en los Estados Unidos.

De manera paradójica, muchos de los businessmen que tienen a sus familias viviendo en los Estados Unidos, son los que forman parte de empresas e instituciones que pagan desplegados en periódicos donde le piden al Presidente que envíen mas tropas a la ciudad. ¡Más batallones y Mexican Marines por el amor de dios, Señor Presidente! Algunas empresas tienen sus propios cuerpos de seguridad que patrullan las calles que de vez en cuando son agredidos, levantados y asesinados por los sicarios a la orden del cartel de moda en la ciudad. Entonces, la empresa saca sus propios comunicados de prensa (generalmente todos chuecos e incompletos) y adopta el mismo modus operandi de las autoridades locales, estatales y federales: desinformar a la ciudadanía mediante la creación de una realidad propia, completamente ajena a la realidad real. ¿Al cabo que quién va a investigar si lo que decimos es verdad o no? ¿A quién le importa? De no ser por una que otra aportación de la ciudadanía vía las redes sociales y una que otra agencia independiente (¿El Blog del Narco?) y de las acciones tomadas contra viento y marea por algunos familiares de las víctimas para aclarar lo que en realidad pasó… Nadie dice o hace nada.

Y no es para menos. ¿Quiénes son los malos aquí? ¿Únicamente los narcos? ¿Las policías infiltradas por tal o cual cartel? ¿Uno que otro general comprado? ¿Funcionarios federales o estatales coludidos con el crimen organizado? ¿El taxista que la hace de halcón? ¿Los miembros del ejército que violan los derechos humanos de los mexicanos o que plantan armas en las manos de inocentes después de asesinarlos? ¿El policía que aparece en la narco nómina o que arresta sicarios y en lugar de llevar a los arrestados al Ministerio Público los entrega a grupos rivales? ¿El narcovecino? ¿Los ninis armados hasta los dientes? ¿Los que compran y venden ciertas plazas de la PGR por quinientos mil dólares? ¿Los gringos que se meten todo lo que pueden en la nariz o las venas? ¿Los comerciantes de armas de Arizona y Texas? ¿Los asesores gubernamentales norteamericanos que hacen y deshacen en México cosas que ni en sus peores pesadillas harían en los Estados Unidos? ¿Quién carajo son los buenos, pues?

Mientras, la verdad, tenemos un presidente que es muy honesto y sincero: Esto se va a poner peor de violento. El ejército no regresa a las barracas mientras yo esté en el poder. No sabíamos en la que nos metíamos, no calculamos la respuesta tan fuerte del narco ante nuestras iniciativas de combate al narco. Desgraciadamente la honestidad no basta a estas alturas del partido. Hay que tomar acciones que brinden resultados.

La ciudadanía en general percibe que la estrategia actual no sólo no brinda resultados, sino que ha empeorado las cosas. ¡A grado tal que ya ni la justicia se puede comprar en este país! ¡Ave María Purísima! Conforme la sociedad haga a un lado el contrato social con el gobierno y empiece a tomar medidas correctivas bajo iniciativa propia, en ese grado el Estado es un Estado fallido, aunque yo actualmente prefiero el término de “colapsante”. Todo mundo dice y trata de hacer lo que puede en la tierra de nadie. De ahí que muchas personas inteligentes y con dinero abandonen el país. No los culpo, nada más que ahí les encargo que no anden firmando desplegados de que le echen más ejército al problema. Valiente lío.

Saturday, January 24, 2009

Obama, Fox y el triángulo de la muerte

Hace poco, platicando con personal del servicio exterior mexicano, llegue a la conclusión que la tentación de comparar y no comparar a Obama con Fox pues era demasiado grande como para no hacerlo, no obstante es muy temprano (para Obama).

Tanto Obama como Fox son comparables en que ambos en realidad llevaron el “cambio” a sus respectivos sistemas políticos. El simple hecho de haber llegado a la presidencia representó un cambio fuerte en sí. Tanto Fox como Obama empezaron sus campañas presidenciales con pocas posibilidades de llegar a la presidencia. Al ganar las elecciones, Fox hizo a un lado a 70 años de gobiernos priistas consecutivos y Obama hizo a un lado más de 230 años de pleno convencimiento que un afroamericano no podía ni iba a llegar a la presidencia del país más poderoso del planeta. Ambos presidentes demostraron que "sí se puede" triunfar en el sistema sin venir desde adentro. En ambos países, la gente mostraba un gran optimismo al principio de sus mandatos y había creado grandes expectativas sobre la efectividad de las acciones de los nuevos gobiernos. Al final del mandato de Fox, la gente lo seguía apreciando como persona pero, en general, su mandato resultó una gran decepción.

En su momento, Fox mostró ingenuidad durante los primeros días de su presidencia: primero vino la presentación del famoso “gabinetazo” que, con la excepción de Castañeda, pues en realidad solo era un gabinetazo en la muy recóndita y respetable imaginación de Fox. Y después vino una incapacidad crónica para trabajar con el Congreso, lo que paralizó una buena parte de sus esfuerzos para echar a andar una que otra iniciativa interesante que de vez en cuando se le ocurría al presidente.

Actualmente, Obama se ve en la ingenua necesidad de recordarles al liderazgo del Congreso que fue él el electo por la mayoría del electorado norteamericano, por lo que está en todo su derecho (y obligación) de tomar las iniciativas necesarias para sacar adelante una economía en crisis. Definitivamente Obama necesita una mayoría presidencial en el Congreso para sacar adelante sus planes. Y es aquí donde empiezan las diferencias: Obama está trabajando a marchas forzadas y a contrarreloj, además de que el mundo entero está atento a las acciones de sus primeros 100 días famosos. Fox no tenía tanta urgencia ni presión (por plantearlo de alguna manera) y la economía mexicana ciertamente no estaba encaminada hacia el colapso. De hecho, eran tiempos felices para México en su conjunto, fue un periodo de bonanza económica a comparación de lo que se avecina actualmente y no había guerra sin cuartel contra el narco.

Es más, el gobierno norteamericano nos veía con diferentes ojos en el ámbito internacional. En ese entonces la administración Bush estaba más ocupada con el Eje del Mal: Irán, Iraq y Corea del Norte y de vez en cuando le ladraba a los cubanos. Actualmente, parece ser que la administración Obama considera un nuevo triángulo al respecto, una especie de triángulo de la muerte: Paquistán, México e Irán (que repite honores). De acuerdo a reportes del medio, los tres representan una amenaza latente a la seguridad nacional norteamericana. Irán es considerado un elemento desestabilizador en un área altamente estratégica y volátil. Paquistán y México son considerados como estados a los que hay que echarles el ojo por aquello que puedan colapsar más o menos de repente.

En el caso de Paquistán, una nación pro norteamericana con armas nucleares, los norteamericanos no quieren ni imaginarse qué sucedería si el actual gobierno sucumbiera ante un grupo de militantes (o militares) radicales islámicos. La preocupación en el caso de México no es para menos, es un país inmerso en un conflicto armado de proporciones bastante serias. Durante 2008, México reportó aproximadamente un promedio de un muerto cada 90 minutos, mientras que Iraq reportó uno cada 70 minutos. En Afganistán hubo un promedio de 6 muertes cada dos días, mientras que en Ciudad Juárez hubo 9 muertos cada dos días. El narco le está pegando duro y fuerte al gobierno mexicano. ¿Existirá alguna otra manera de lidiar con el problema, además de una confrontación armada donde el gobierno mexicano se la está jugando de todas, todas?

¡Ave María Purísima! Menos mal que los mexicanos somos guadalupanos, si no… ¿se imaginan dónde andarían ya los Marines?