Palabras pronunciadas por el Dr. Gustavo Cano en la XV Reunión Ordinaria del Consejo Consultivo del Instituto de los Mexicanos en el Exterior, de la Secretaría de Relaciones Exteriores, en el marco de la celebración del XX Aniversario del Programa de Comunidades Mexicanas en el Exterior, el 26 de abril de 2010, en el Palacio de Bellas Artes en la Ciudad de México.
En algunos círculos académicos mexicanos y norteamericanos existe la percepción de que tanto nuestra política exterior como nuestra política de seguridad nacional, son una peligrosa extensión de la política de seguridad nacional norteamericana. Basta echarle un vistazo al Plan Mérida: como que su aplicación se vuelve más lógica con el ejército mexicano patrullando las calles del país; antes de sacar al ejército a las calles, la Iniciativa Mérida como que no tenía mucha lógica ni vida. Ahora sí las tiene. En ese sentido, en lugar de obtener la otrora anhelada enchilada completa, lo que ahora nos han dado los norteamericanos es una hamburguesa completa.
¿Qué tiene que ver eso con los migrantes mexicanos en los Estados Unidos?
Mucho: la mano de obra joven e inteligente que se va a trabajar a los Estados Unidos es un factor que en el mediano y largo plazo se relaciona con el debilitamiento de los mercados internos, lo cual repercute directamente en el desarrollo de nuestra economía: mercados internos débiles, dependientes de remesas que vienen del otro lado, no contribuyen a desarrollar nuestra economía de manera independiente; al contrario, la población asociada en su vivir con ciertos sectores económicos, algunos de ellos estratégicos, cada vez dependen mas de lo que se envía del otro lado de la frontera, mientras que la industria nacional y el campo se debilitan constantemente. Eso afecta nuestra soberanía y la hace cada vez más y más relativa.
En el renglón de seguridad nacional, definitivamente el éxodo de mexicanos (que muy probablemente se verá acelerada por la falta de seguridad e inestabilidad política que se vive en el país) debilita constantemente al Estado mexicano un día a la vez, un emigrante a la vez. Al ritmo que vamos, por motivos de emigración, cada tres años se vacía una ciudad del tamaño de León Guanajuato… Conforme la gente sale del país, esa misma gente se desentiende de lo que sucede en la política mexicana, principalmente de manera involuntaria. Eso afecta nuestra soberanía también.
Una vez que viven allá los mexicanos de acá, pues también enfrentan problemas allá. Explotación laboral, discriminación, segregación formal e informal, actitudes y leyes anti inmigrantes, etc.
Poco a poco, los mexicanos de allá van descubriendo muchas cosas. Entre ellas, que los esquemas de formación de liderazgo son muy distintos a las de acá, que las reglas de juego son diferentes y que allá hay muchas cosas que ni se imaginaban que se podían lograr, pero conforme se han metido en la lucha y se han ido organizando, principalmente por la necesidad de defenderse o de proteger sus derechos básicos (civiles y/o humanos), se van dando cuenta de que en los Estados Unidos siempre hay alguna manera de hacer las cosas. There is always a way. En realidad me atrevería a señalar que “la constante búsqueda de las maneras de buscar resultados” es una de las características fundamentales del liderazgo mexicano en los Estados Unidos.
Y a todo esto, ¿Dónde encajan el Instituto de los Mexicanos en el Exterior (IME) y el Consejo Consultivo del Instituto de los Mexicanos en el Exterior (CCIME)?
Encaja en el presente y el futuro de los mexicanos en los Estados Unidos.
En el presente, el IME, una acción y un evento a la vez, se ha encargado de ir creando conciencia entre el liderazgo mexicano en los Estados Unidos de que hay cosas que el gobierno mexicano puede hacer, que hay cosas que el gobierno mexicano puede contribuir a que se hagan y que hay cosas que el gobierno mexicano definitivamente no puede hacer.
Esta conciencia que se va creando poco a poco tiene un aspecto muy valioso: la conciencia de que los únicos que pueden en realidad entender plenamente, enfrentar y resolver los problemas que se les presentan de manera cotidiana en los Estados Unidos son justamente los mismos mexicanos que viven y trabajan en los Estados Unidos. Sobre todo los mexicanos organizados. El gobierno mexicano es tan sólo una herramienta cuyo uso no garantiza la solución de todos y cada uno de los problemas de la comunidad mexicana en los Estados Unidos.
Hechos como los de Arizona (la ley SB1070) son catalizadores y detonantes muy importantes sobre esta lógica de la constante búsqueda de las maneras de hacer las cosas y obtener resultados positivos durante el proceso y también sobre la toma de conciencia de los alcances y limites del gobierno mexicano.
A este respecto hay tres tipos de líderes: 1) los que nada mas critican al gobierno mexicano y en realidad logran muy poco con su comunidad porque pierden mas tiempo en criticar que en accionar. 2) Los que, independientemente de las críticas que puedan hacer se ponen a pensar cómo pueden usar al gobierno mexicano para ayudar a sus comunidades allá y se ponen a trabajar con o sin considerar lo que pueda o no hacer el gobierno mexicano. Y 3) los que se ubican en el punto medio: critican y trabajan.
Ojo, la crítica es importante: a estas alturas, sin crítica, el gobierno puede llegar a desentenderse de los emigrantes. El IME se ha convertido en un aspecto muy importante de esta relación entre el gobierno mexicano y su diáspora. Los convoca, se crean redes de líderes y estos líderes hacen sus recomendaciones al gobierno mexicano además de criticarlo. Eso es a lo que yo llamo progreso… Antes ese simple proceso era simple y sencillamente inimaginable. Es un proceso de educación para ambas partes del proceso.
También tenemos un IME que convoca y sensibiliza a otros sectores y actores de la sociedad y gobierno norteamericanos a través de las jornadas informativas. Estos sectores y actores ahora son capaces de identificar a los miembros del CCIME y son mucho más sensibles al diálogo y a atender las demandas que pudiese llegar a tener la comunidad. Al menos en teoría.
Qué bueno que hay un proceso de creación de conciencia, qué bueno que hay ganas de hacer las cosas, qué bueno que hay sectores y actores norteamericanos que están sensibilizándose ante la realidad apremiante de la comunidad mexicana en los E.U…. Ya nada más falta la acción. Falta resolver los problemas a nivel nacional, estatal, local y comunitario. Y eso sólo lo pueden hacer allá los líderes de acá, los que viven y trabajan allá. Y nadie más.
Finalmente, creo que existen dos pruebas de fuego para el IME que todavía no se puede saber si se podrán superar con el tiempo.
La primera está relacionada con las redes de líderes mexicanos en los Estados Unidos: ¿serán capaces de consolidarse y pasar a la acción para resolver los problemas de los mexicanos de allá? ¿Cuándo llegará el día en que las redes de mexicanos organizados en Estados Unidos resuelvan los problemas que aquejan a la comunidad mediante acciones eficientemente coordinadas? ¿Ya merito o falta todavía un ratito?
Y la segunda es ¿hasta qué grado está el liderazgo listo para jugar con las reglas del juego de allá para sacar adelante una agenda macro (a nivel federal) de los problemas macro de los mexicanos en los Estados Unidos? ¿Hasta qué grado puede el liderazgo mexicano en los Estados Unidos prescindir del “punch” de la iglesia católica para sacar delante los retos que a nivel federal enfrentan los mexicanos indocumentados en los E.U.? ¿Hasta qué grado puede el liderazgo mexicano coordinarse con la iglesia católica progresista, la que le da prioridad a la justicia social más que a la labor pastoral, para movilizar a la gente cuando y donde sea necesario y lograr acciones relativamente espectaculares, como obligar a Washington a tratar de una manera seria y contundente el tema de una reforma migratoria integral?
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